Los ingresos pasivos se caracterizan por los siguientes aspectos, fundamentalmente:
En términos resumidos, los ingresos pasivos se generan con un alto nivel de autonomía, sin grandes exigencias para la persona que los percibe. En tal sentido, se diferencia de otros tipos de ingresos (especialmente los activos) que son el resultado de, por ejemplo, un trabajo a tiempo completo.
En ese orden, se comprende que los ingresos pasivos son activos que generan ingresos sin que sea necesaria una gran dedicación. Es por ello que éstos son fundamentales y particularmente provechosos para alcanzar la siempre deseada salud financiera.
Un caso de ingreso pasivo es el de una persona que alquila un departamento y por eso recibe un pago mensual, separado del sueldo que obtiene por su trabajo. Este ejemplo sirve para graficar lo dicho: rentar una propiedad no exige una dedicación a tiempo completo, aunque sí estar al tanto de ciertas situaciones, eventualmente realizar arreglos, etcétera.
Otros ejemplos de ingresos pasivos son las acciones de empresas, la venta de determinados artículos a través de canales de comercio electrónico (por caso un e-book que se escribe y que luego ya no exige esfuerzos de producción), o la apuesta en determinados negocios que no requieren “poner el cuerpo” en el día a día, por ejemplo arrendar un taxi a un chofer.