Una guía breve para los que aún no se han volcado a las sucursales bancarias en línea. Los beneficios de la modalidad y cómo ser parte de ella.

Tal como señala el término en idioma inglés, el home banking traslada muchos de los servicios bancarios al hogar del cliente. Como se sabe, la modalidad se apoya en los múltiples beneficios que ofrecen las herramientas digitales. En términos prácticos, se trata de plataformas en línea (accesibles desde un dispositivo con conexión a Internet) que permite realizar consultas, pagos, transferencias de dinero y otros trámites bancarios, sin necesidad de trasladarse a una sucursal física.

En los últimos años la banca online se ha estandarizado, a medida que la conectividad alcanza a una mayor cantidad de personas. Ahora bien, si no estás familiarizado con esas plataformas (que ya ofrecen todas las entidades bancarias a sus clientes) es un buen momento para conocer más y comenzar a aprovechar los beneficios de la modalidad.

¿Hablamos de ventajas? Como decíamos, la principal es la posibilidad de realizar operaciones bancarias y consultas de diversa especie, sin la necesidad de moverse de nuestras casas u oficinas. Esto es particularmente útil para dinamizar los procesos, eludir las filas y las largas esperas, y se ha vuelto especialmente útil en tiempos de distanciamiento social (durante la cuarentena).

También es interesante señalar que no sólo es posible acceder desde una computadora, sino también desde dispositivos móviles. En rigor, muchas entidades bancarias han desarrollado sus propias herramientas para celulares y tablets (apps, en la jerga) que también ofrecen funciones para “llevar el banco en el bolsillo”. O, al menos, a un asesor y un completo catálogo con información de nuestras cuentas y operaciones.

Como señalamos anteriormente, desde un home banking es posible realizar múltiples acciones. Desde consultar el saldo de la cuenta y los últimos movimientos realizados (por ejemplo, luego de realizar una compra o recibir una transferencia); enviar dinero a otras personas; realizar pagos de servicios; acceder a medios de consulta con agentes del banco; y también bucear las diferentes herramientas financieras que ofrecen los bancos, desde la posibilidad de establecer un plazo fijo hasta comprar moneda extranjera.

En términos generales, para abrir una cuenta de home banking el cliente debe conseguir una clave de acceso desde un cajero automático, en una sucursal de su banco. En el menú de los cajeros hay que buscar la opción de “Claves” y luego ir hacia la opción para gestionar la banca en línea. Las indicaciones pueden variar ligeramente, aunque siempre se trata de un proceso intuitivo.

El cajero pedirá una clave de seis dígitos y/o letras (esto también puede diferir, según el banco) y finalmente entrega un ticket que da cuenta del trámite realizado. Con esos datos, restará ingresar al sitio web oficial de la entidad correspondiente, e ingresar esas credenciales de acceso. En algunos casos se utilizan dispositivos (denominados token) o tarjetas de coordenadas, que a su modo crean una contraseña de acceso cada vez que se ingresa a la plataforma.

A fin de cuentas, ¿es seguro usar el home banking? En este punto hay que decir que los medios digitales ofrecen cada vez mayor seguridad, siempre y cuando se haga un uso consciente y responsable de los mismos. En este sentido, la seguridad o inseguridad del método dependerá del usuario; podemos decir que las entidades ofrecen todo lo necesario para que las consultas y operaciones se den sin mayores inconvenientes. En este sentido, es importante no compartir con terceros las claves de acceso, y saber que el banco no las pedirá por correo electrónico u otros canales.


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